El COVID-19 ha demostrado que la seguridad pública se encuentra con la salud pública. Es hora de que los líderes políticos, el sistema de salud y las comunidades adopten esa realidad y realicen los cambios necesarios para evitar que este servicio indispensable se derrumbe.
Todos los días, se les exige a los servicios de emergencia que hagan más con menos: menos equipo de protección personal, menos fondos, menos personal. Durante la pandemia actual, los sistemas de atención médica estresados han dependido del personal de los servicios de emergencias médicas y bomberos para trasladar y desviar a los pacientes, y al mismo tiempo mantenerlos fuera de los hospitales evaluándolos y tratándolos en casa.
En países industrializados, los servicios de emergencia pertenecen a los servicios de salud nacionales, lo que significa que están bajo el mismo sistema que los servicios de salud. Esta falta de apoyo financiero tiene consecuencias reales: nuestro sistema no estaba preparado de manera óptima para la primera ola de pandemia, menos lo estará para una segunda ola. Se deben tomar medidas inmediatas para que las instituciones de bomberos y emergencias médicas cuenten con el apoyo suficiente para la segunda ola de brotes, sin importar el apoyo a largo plazo necesario para comenzar a crear el sistema de primera respuesta que necesitamos para el futuro.
A lo largo de la reciente crisis, muchas de las organizaciones han colaborado para presionar al gobierno para que se levante y tome nota de estas injusticias. Hasta ahora, ninguno de estos esfuerzos ha ganado mucha tracción. Si bien los políticos y las personas designadas por el gobierno están felices de agradecer a los socorristas frente a una cámara, han tomado pocas medidas reales para satisfacer sus necesidades durante la pandemia. ¿Cuántos más necesitan perder la vida o el trabajo antes de que los líderes actúen?
Para que ocurra un cambio real, la sociedad necesita ajustar su forma de pensar sobre los servicios de emergencia. A lo largo de la pandemia, el personal de bomberos y del sistema de salud ha estado en todos los puntos calientes arriesgando sus vidas para enfrentar los desafíos; sin embargo, a menudo estos esfuerzos se enfrentan con menos fanfarria que recursos.
¿Quién pagará este precio?
Ofic. Ing. Eduardo Javier Granda
Soc. bomberos Voluntarios Pilar (B)
