Buenos Aires.- En horas de la tarde se desató un incendio en dos viviendas humildes ubicadas en Güiraldes y Pavón. Las unidades 33-11, 34-11 y 36-11 de Bomberos Voluntarios de Zárate, con una dotación de diez hombres, asistieron prestamente en el lugar.
La primera construcción fue devorada por las llamas y las pérdidas fueron totales, mientras que en la lindera, solo se tuvo que controlar un principio de foco ígneo que, de todos modos, produjo daños. No hubo heridos que lamentar pero si, acciones que criticar.
Otra vez y lamentablemente no es la primera, los servidores públicos tuvieron que trabajar bajo los insultos y hostilidades de algunos vecinos, lo mismo ocurrió con el personal policial que se acercó para asegurar el sitio.
La pregunta ya es redundante, ¿hasta cuando?. ¿Qué parte de la función que cumplen no se entiende?. ¿Qué cuestión es la que evita ver que cuando van a un siniestro van a evitar una tragedia, aún a riesgos de sus vidas?.
Es comprensible que durante una catástrofe, la desesperación y la angustia domine la escena pero no se puede culpar de lo que ocurre a quienes, justamente, concurren en ayuda, a tratar que el mal sea el menor posible.
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