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Las décadas pasadas

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Las décadas pasadas

Usábamos la protección que fuera más barato… como por ejemplo cascos de fibra de vidrio sin protección facial (cola de pato), chaquetones de cuero, pantalones sin protección contra incendios y guantes que nos quemaban las manos. Las instituciones que contaban con equipos de respiración autónoma nunca eran más de dos para la totalidad de un cuerpo. La capacitación era mínima y heredada, sin conocimientos definidos de lo que debíamos saber.

Dependiendo de quién fuera el oficial a cargo, era posible escuchar, “Ni se les ocurra utilizar un ERA, eso es de cobardes” (realmente el adjetivo no era tal, Uds. ya se lo imaginan).

Todos teníamos camiones con cabinas abiertas, sin cinturones de seguridad, viajábamos en los escalones traseros o agarrados de las barandas laterales. Recuerdo la ruta bajo una fuerte lluvia, y que hubiera más agua adentro que afuera del camión.

El trabajo en un siniestro implicaba mucho trabajo independiente. Los roles descritos y la coordinación eran prácticamente nuevos.

Recuerdo el funeral de un viejo jefe de bombero que murió luego que una fachada de ladrillos colapsara sobre él, también el fallecimiento de un jefe de Jefe de bomberos y el chofer del móvil por una colisión al asistir a un incendio en colaboración. Siendo un bombero joven, nunca se me ocurrió que esas muertes eran innecesarias.

Existía sin embargo un toque de encanto y romanticismo en lo que hacíamos. Después de una emergencia, nos quitábamos el equipo, lo tirábamos dentro del camión, nos parábamos en la parte trasera, nos sujetábamos con una mano el móvil arrancaba. Para un bombero joven había cierto entusiasmo, cierta atracción en todo eso.

Las décadas pasadas

Rumores que anunciaban el cambio

A fines de la década del 90 y principios de la del 2000, las cosas empezaron a cambiar. Si bien era aún poco común, algunos cuerpos de bomberos a lo largo del país comenzaron a adquirir móviles con cabina doble. Existía una silenciosa y creciente inquietud de que el cuerpo de bomberos debía abordar la necesidad de ser más responsables en cuanto a la protección de su personal, aunque la mayor de las preocupaciones siempre fueran el impacto financiero.

Lo mismo sucedió con los equipos de respiración autónoma (ERA), estos ya estaban en circulación, pero culturalmente resultaba difícil lograr que los bomberos los utilizaran. No había conciencia del riesgo potencial a la salud.

Creo que comenzó a haber un reconocimiento generalizado de que se debían generar cambios para evitar lesiones entre los bomberos.

Comenzamos a recibir muchos cambios por decantación, muchas veces a fuerza de golpes. Algunos comenzaron a escribir sus propias normas operativas. Otros empezaron a participar en cursos en el exterior, escuchando los conceptos de las normas que se avecinaban.

No eran cambios físicos únicamente que estábamos proponiendo, se estaban generando cambios culturales.

Un cambio cultural y nuevos desafíos

De los primeros cuerpos de bomberos en generar estos cambios se observaba y resultaba que uno puede subirse al interior de un móvil tan fácilmente como en el exterior. Suena tonto incluso decirlo, pero ese fue un gran cambio para nosotros. Mucha gente comenzó a viajar en cabinas totalmente cerradas y la vida continuó.

Hoy son práctica común. Las cabinas completamente cerradas y los cinturones de seguridad en vehículos. Tener un enfoque estructural para el comando de incidentes y no intentar hacer cosas a menos que se cuente con la cantidad suficiente de personas para que lo hagan de forma segura. Insistir en que las personas tengan los niveles adecuados de capacitación para las cosas que deben hacer. Utilizar aparatos de respiración en todo momento. Exámenes médicos de rutina. Asegurarse de que las personas estén médica y físicamente aptas para hacer su trabajo.

Entre los bomberos, la cuestión que surge hoy en día es el tema de las enfermedades como el cáncer. Tenemos que cambiar la manera de hacer nuestro trabajo para reducir nuestra exposición a los contaminantes que ponen en peligro nuestra salud.

Siempre nos enorgullecimos de estar sucios, pero es necesario que limpiemos nuestra vestimenta y la mantengamos limpia. Esas son las alocadas ideas radicales que surgen en la actualidad.

No hay dudas de que todavía hay un largo camino por recorrer. Cuánto más se aprende, más se entiende lo que no se sabe. Tenemos que seguir siendo estudiantes, pensando, leyendo, escribiendo y escuchando.

Se pone en riesgo la vida, y aun así lo seguimos haciendo.


Ofic. Ing. Eduardo Javier Granda
Bomberos Voluntarios Pilar (B)

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