Barrios bajos, villa miseria… hay muchos sinónimos para los barrios o asentamientos informales. Tendrán diferentes nombres, pero por lo general, condiciones muy similares.
Se estima que decenas de miles de personas viven hoy en este tipo de barrios en nuestro país, donde no existen regulaciones de planificación, construcción y donde comportamientos humanos peligrosos tales como el fumar en la cama, dejar hornallas prendidas desatendidas, garrafas, braseros y sobrecargar los circuitos eléctricos dan como resultado incendios frecuentes que pueden salirse rápidamente de control y arrasar con los asentamientos enteros, destruyendo los hogares y desplazando a sus residentes.
Muchas viviendas son apenas más que chozas rudimentarias, construidas con láminas de metal corrugado, tablas de maderas, lonas y otros materiales chatarra. Los residuos se esparcen en terrenos baldíos y las calles en condiciones de lluvia se hacen intransitables.
En casi todas estas áreas, las tazas de incendios y muertes por incendios en época invernal son altas. Una chispa, una brasa o un encendedor en manos equivocadas, pueden dejar a una familia en la calle o en el peor caso ser una víctima más. Los más expuestos son quienes tienen casas construidas de manera precaria y con materiales de alta combustión. Éstas, en tan sólo 5 minutos se consumen en un 50 por ciento y en 15 minutos están reducidas a cenizas. Todos recordamos el incendio 8 de febrero de 2007 del asentimiento del barrio de Villa Soldati, donde quedaron afectadas 468 familias y 104 personas al menos debieron ser asistidas por principio de asfixia. Diez dotaciones de bomberos trabajaron para combatir el fuego.
Los expertos en reglamentación edilicia dicen que el 80 por ciento del entorno construido en los países en vía de desarrollo fue creado sin herramientas de reglamentación tales como códigos y normas. «Una parte muy significativa del entorno construido es informal, lo que significa que no se beneficia de la regulación del uso de la tierra o edilicia en lo que concierne a la seguridad,» dice Fred Krimgold, consultor senior de Reglamentaciones Edilicias para el Programa de Resiliencia del Grupo del Banco Mundial. Esto significa que una enorme cantidad de personas se encuentran en riesgo de morir en incendios. Más de 300.000 personas en todo el mundo mueren cada año en incendios, y alrededor del 95 por ciento de esas muertes ocurren en países con bajos y medios ingresos, mientras que millones más resultan gravemente lesionadas, según un estudio publicado el año pasado en el International Journal of Environmental Research and Public Health (Publicación Internacional de Investigaciones Medioambientales y Salud Pública).
La respuesta oficial debería ser PREVENCION, pero no es esa. Vemos que desde el poder político el tema de prevención de incendios no atrae votos: “En general, todas las administraciones, incluso las más progresistas, no están haciendo nada en este tema. Parece que las cosas se hacen en función del gasto, no del problema. “Hablarle de prevención de incendios a alguien con grandes necesidades es como hablarle de alimentación saludable a quien se muere de hambre”.
Ofic. Ing. Eduardo Javier Granda
Soc. Cuerpo Bomberos Voluntarios Pilar (B)
Especialista Certificado CEPI (NFPA)