Si solo leemos título parece que generamos un dilema. El primero se resume en el siguiente interrogante: siendo el sistema de detección automática el que más rápidamente pone en evidencia un incendio, ¿de qué manera planificamos una eficaz extinción del foco ígneo detectado? En efecto, las exigencias normativas de nuestro país solo requieren de una gran cantidad de superficie para un sistema de rociadores, pero en relativamente pocos casos exigen un sistema de detección.
Para responder este interrogante debe entenderse, ante todo, que un profesional interprete la normativa existente o en su defecto se adopte normativa NFPA internacionalmente reconocida. Las normas son requisitos mínimos y que, por lo tanto, nada impiden agregar un sistema de detección en una ocupación en la que sólo se exigen rociadores. Asimismo, en la comparación entre detectores y rociadores, la función de extinción inherente a éstos últimos supera la función de aviso ofrecida por el sistema de detección, justificándose así la prioridad de los rociadores en la elección que hace la legislación.
Surge entonces el segundo aspecto que corresponde analizar y que consiste en el error conceptual de considerar a cada uno de los dos sistemas, detectores y rociadores, como una alternativa excluyente, es decir, entender que debemos elegir entre uno u otro sistema como si las protecciones ofrecidas fueran equivalentes o, por lo menos, comparables. Ante esta presunta equivalencia en la protección, fácilmente se cae en una elección basada en el costo involucrado y no en la protección necesaria.
Un sistema de detección temprana es insustituible en un edificio o planta industrial para alertar sobre un foco de incendio en las primeras etapas de su desarrollo, pero resulta eficaz para la extinción sólo si se puede ejercer una acción concreta e inmediata con personal disponible y entrenado para la emergencia. Un sistema de rociadores automáticos, se activará, en principio, más tarde que el sistema de detección, pero asegura el control del fuego.
La correcta solución consiste en analizar los riesgos presentes, establecer los objetivos de protección deseados y, luego de cumplir los requisitos legales y normativos aplicables, considerar las ventajas ofrecidas por cada sistema y, eventualmente, optimizar la protección instalando ambos, tal como es frecuente encontrar en los edificios de gran altura destinados a oficinas y en grandes locales comerciales, en los que se observan sistemas de rociadores automáticos en conjunto con sistemas de detección y alarma.
Ofic. Ing. Eduardo Javier Granda
Soc. Cuerpo Bomberos Voluntarios Pilar (B)
Especialista Certificado CEPI (NFPA)