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Cascos de Bomberos de todo el mundo se exponen en el Museo del Fuego

Cascos de Bomberos de todo el mundo se exponen en el Museo del Fuego

El Museo del Fuego del Ayuntamiento de Zaragoza ha sacado de su archivo una colección con más de 200 años de historia formada por cascos de bomberos, procedentes de hasta 30 países del mundo, para mostrarla al público en una exposición permanente llena de simbología.

Este equipo de protección tan característico del Cuerpo de Bomberos ha evolucionado mucho desde el siglo XIX hasta nuestros días y, aunque guarda similitudes, su diseño deja entrever parte de la simbología de cada país.

Hay modelos hechos con cuero endurecido, otros de corte militar, los elaborados con metal o latón y hasta algunos fabricados con fibra de bambú procedentes de Japón.

A esta lista mundial se suman muchos otros países, como Italia, Costa Rica, Portugal, Chile, Rusia, Corea del Sur o la antigua Unión Soviética.

Todo ello se puede ver en la exposición ‘Cascos de Bomberos. 200 años’ que este jueves ha inaugurado la concejal delegada de Bomberos y Protección Civil, Ruth Bravo, acompañada por el jefe de Bomberos de Zaragoza, Eduardo Sánchez, y personal del Museo del Fuego, y que se suma a toda la programación navideña organizada por este equipamiento municipal.

No es la primera vez que alguna de estas piezas tan valiosas salen del archivo, algunas ya se habían mostrado como parte de otras exposiciones, pero sí la primera que se exponen de manera conjunta, ofreciendo al espectador una manera original de conocer el oficio de bombero en las distintas latitudes del mundo. Los 66 cascos que forman la exposición están ordenados cronológicamente, comenzando por los más antiguos, que datan de finales del siglo XIX, hasta llegar a los utilizados actualmente.

Durante la visita, se puede comprobar que los primeros cascos de bomberos tenían un corte militar, ya que, en muchos países, los efectivos de extinción de incendios se integraban en una división dentro de las fuerzas militares.

Así se exponen cascos de gala estilo Minerva coronados con cresta de crines y penacho procedentes de Francia, mientras que otros, más operativos, mantienen el corte americano y hasta los hay más prácticos, con visera posterior alargada para proteger la nuca, como es el caso del casco de Costa Rica (1975).

Si algo tienen en común, es que todos ellos están decorados con simbología de cada país o con el escudo de su ciudad. En los primeros cascos franceses, aparece la granada explotando o el gallo galo, que por ordenanza de 1830 debía figurar en los uniformes de la guardia nacional; en el modelo de la República Checa (1890) se refleja el escudo del Estado de Bohemia dentro del imperio Austro-húngaro; en los de Polonia figura el emblema de ‘Bombero ejemplar’ (1940) y en los de Venezuela, la cruz de Malta.

Entre todos ellos, destaca la excepción del casco de Huesca de cuero endurecido, una de las joyas de la colección que se aleja de la simbología oficial para plasmar un edificio en llamas con el que seguro sus bomberos se sentían más identificados.

Este tipo de protección se compró en 1885 para el Cuerpo de Bomberos oscense a un precio de 26 reales cada uno. Aunque siguen siendo un elemento imprescindible en el traje de bombero, los cascos utilizados en la última década poco tienen que ver ya con los primeros de finales del siglo XIX.

Con el modelo Gallet F1, utilizado actualmente por los Bomberos de Zaragoza, se cierra la exposición, un casco que cuenta con protección ocular, conexión para walkie, iluminación propia y soporte para linterna, convirtiéndose, además de en un medio de protección, en una herramienta más de trabajo.

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