Daki, un pastor belga malinois de ocho años, es uno de los nueve perros que hacen parte del Grupo de Búsqueda y Rescate de Animales en Emergencias (BRAE), encargados de buscar, localizar y sí, salvar vidas. Su compañero, el bombero y encargado de la educación canina, Deivison González, solo tiene que mirarlo para indicarle qué hacer, y en acción parecen uno solo.
Daki, un veterano que llegó a la fuerza de un añito, está ad portas de “jubilarse” y Deivison, como le dijo a EL NUEVO SIGLO, “tiene el corazón arrugado” de pensar en su partida. “Yo llegué en el 2019 a la unidad. Terminé mi curso y me asignaron al grupo BRAE y a Daki. Con él comencé a reforzar el trabajo que ya traía, de búsqueda y localización de personas con vida, específicamente para estructuras colapsadas”.
“Con él hemos participado en emergencias locales y a nivel nacional hemos buscado a personas, por ejemplo, que se quedaron atrapadas por algún evento de remoción en masa cuando hay deslizamientos”, comienza por recordar el bombero González, quien aunque fue técnico electrónico, pero tomó la decisión de dedicar su vida a ayudar a otros en compañía de los perros. “Esto me llena y no lo paga ningún salario. Dejé mi empresa y a los clientes, y aquí estoy”.
Aunque no recuerda a cuántas personas han salvado él y Daki, pues han sido incontables las búsquedas que han hecho en estos años de trabajo, sí recuerda cómo terminó “adoptando” a su mejor amigo y compañero de trabajo.
“Daki no gozaba de un guía en específico sino que trabajaba con el bombero de turno y cuando me lo asignaron comencé a moldearlo en un trabajo cognitivo-emocional, lo que significa que no solo se hace entrenamiento sino que se genera un vínculo. Por eso tenemos una muy buena comunicación. Él me ve y sabe qué tiene que hacer. Yo no necesito darle un orden al perro. De eso se trata el cambio generacional de la forma en la que estamos trabajando con los ejemplares en Bomberos”, añade Deivison, quien manifiesta su tristeza porque Daki está por jubilarse y ya está en proceso de retiro y adopción.
“Muy triste. Estoy tratando de convencer a mi esposa pero la realidad es que yo ya tengo uno y el espacio no me da. Hace 14 años comencé a trabajar con los perros de rescate y el primer perrito que yo tuve es el que tengo en mi casa. Lo adopté cuando se pensionó. Uno quisiera. Uno desearía quedarse con él por el resto de la vida y a eso le estamos apuntando en los procesos de BRAE, pero la ocupación y el espacio lo dificultan y un perro debe ser adoptado para que esté bien”.
Fuente y foto: www.elnuevosiglo.com.co