Sonora.- Como una vida llena de satisfacciones, sacrificios y hasta dolor al observar de cerca la pérdida de otros, es como Carlos Abel Méndez Quijada califica sus 25 años dedicados plenamente a Bomberos de Caborca.
De esta vida al servicio de la comunidad, son ya 13 años desde que Méndez Quijada ha fungido como comandante de los «tragahumo», a petición de ellos mismos.
«Empecé como aspirante y tras casi tres años subí de rango a bombero de línea, que es cuando ya está un poco más entrenado uno».
«En ese entonces estaba mi comandante Arturo Bojórquez y así fuimos ascendiendo conforme a los conocimientos y la disciplina», relató el hombre de 41 años de edad y padre de familia.
Desde que era un niño quiso ser bombero, aseguró, he incluso su hermana mayor lo llevaba al cuartel pero a él le daba miedo entrar.
Recordó que fue gracias a un vecino del barrio, quien ya era bombero, que se enroló en las filas de la corporación, luego de que éste lo invitara, pues nadie en su familia había sido bombero y hasta la fecha, él es el único.
«Mis hermanos muy orgullosos al igual que mis hijos», celebró, «la cuestión de bomberos son experiencias de cierta manera bonitas por que conoces mucha gente, pero a la vez atendemos desgracias y vez más de cerca el dolor de las personas al momento de perder su patrimonio que muchas veces son años de sacrificio, y peor aún cuando se pierden vidas».
Aunque es una vocación que le ha dejado infinidad de satisfacciones, siempre le impactan los siniestros o accidentes, en especial cuando los niños son los afectados, pues inmediatamente los relaciona con sus hijos o familiares, abundó.
Hubo un accidente hace aproximadamente 14 años donde murieron cinco personas calcinadas, contó, el cual no ha podido salir de su memoria pues nunca había visto una escena tan perturbadora, ni sentido tan de cerca el sufrimiento de sus familiares, que venían en otros vehículos atrás.
Mencionó que en tantos años de servicio ha visto pasar decenas de generaciones de bomberos, pero por fortuna ninguno de ellos ha muerto en acción, ya que es un trabajo muy arriesgado.
En la vida del bombero se sacrifican muchos momentos, como convivencias familiares, fechas festivas o hasta la vida social, por lo que pidió reconocer el trabajo de los jóvenes voluntarios, quienes son la columna vertebral de la corporación.
«Sacrificas mucho a la familia, todos los que trabajamos en servicios de emergencia tenemos que tener una familia que te entienda, es difícil pero mientras se tenga el respaldo de la familia, puedes hacer muchas cosas.
«Lo más gratificante es el sentimiento de hacer algo por alguien, el saber que salvaste su patrimonio, su vida, no esperamos que te lo agradezcan, pero se ha acercado gente a dar las gracias, a traerte un detalle», señaló.
Él se mira el resto de su vida trabajando con Bomberos, aunque sea indirectamente, pues en algún momento deberá pasar la batuta, pero desde otras trincheras buscará impulsar a esta corporación llena de valientes.
fuente y foto: ww.elimparcial.com