Chubut – El incendio ya tiene un frente de 40 kilómetros en Cholila. Hay cientos de animales muertos, en especial ganado vacuno, y los vientos rotaron ayer aunque desde el norte, favoreciendo el trabajo de los aviones hidrantes. De todas maneras, la situación sigue siendo caótica en la cordillera de Chubut. Ya se estiman que son casi 20 mil las hectáreas consumidas por el fuego desde el lunes 16 en que se detectó el primer foco. La superficie equivale a la totalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
El pronóstico, para completar el escenario dramático, no es muy alentador. La temperatura es alta, hay poca humedad y las lluvias salvadoras, en el mejor de los casos, podrían llegar recién el lunes. Demasiado tiempo para el fuego que sigue avanzando y arrasando cuanto bosque y forestación encuentra a su paso. Según explican en el lugar, desde 1944 que no se registraba un incendio forestal de tal magnitud en la zona. Pasaron 71 años pero esta vez la imprevisión jugó un papel preponderante.
“Este desastre se pudo haber evitado”, le dijo a Clarín Víctor Sepúlveda el primero en avisar que comenzaba el fuego el lunes 16 pero al que nadie escuchó (ver Testimonio). Por eso la gente está molesta y nerviosa y no entiende por qué las autoridades provinciales tardaron tanto en actuar.
Hay gente que ya perdió todo. Por ahora, sólo se evacuó el exclusivo barrio privado San Esteban, ubicado sobre la costa del lago, donde se erigen 160 chacras emplazadas sobre unas mil hectáreas -no hubo daños en las casas-. Hay otros pequeños poblados y parajes que serán desalojados a medida que el fuego siga avanzando.
El trabajo de los aviones no resulta suficiente para enfrentar los focos ígneos que se multiplican. Es que no solo llegaron tarde, sino que la mayoría son fumigadores y no tienen capacidad como para atacar los grandes focos que se desprenden de la alta montaña. Ya comenzaron a quemarse bosques de lengas y cipreses. Estos últimos son fundamentales para el paisaje de la zona porque en otoño toman un color rojizo que nutre de una belleza incomparable a las laderas de las montañas.
Pero hay otro alerta en la zona: el fuego ya quemó gran parte del campo de la familia Pascoff, que finaliza a pocos metros del Parque Nacional Los Alerces y que por ahora no fue alcanzado por el incendio. Esa es una zona impenetrable por lo que es imposible realizar cortafuegos para evitar que las llamas avancen. Sólo hay que esperar que el viento no tenga más intensidad para que los alerzales milenarios nos sufran las consecuencias de este desastre.
El director general de Defensa Civil, Evaristo Melo, luego de diez días de trabajo sin demasiados avances, agradeció la gran ayuda que significó la moderación en intensidad del viento. “Hemos tenido el primer día con posibilidad cierta de combate a las llamas y en las zonas sensibles estimamos que ha decrecido en energía y en actividad el incendio. No tiene hoy (por ayer) avances tan violentos como otros días, se puede trabajar. Lo están haciendo cinco aviones, un helicóptero, 90 brigadistas y una cantidad importantísima de maquinaria vial realizando cortafuegos”, explicó.
Sin embargo, con una pizca de desesperanza, Melo admitió: “Estamos muy lejos de decir que lo podemos controlar. Mientras podamos seguir trabajando y la climatología no se comporte demasiado agresiva con los vientos, vamos a tener posibilidades de combatirlo, nada más que eso. Esto es una lucha continua”. Y detalló: “Si lo pudiéramos medir de largo, hablamos de unos 26 kilómetros por unos 14 de ancho en una topografía totalmente irregular”.
Los pobladores de Cholila y de los parajes que bordean el lago sólo aguardan que el cielo les dé una oportunidad. La lluvia será la única que termine con esta pesadilla inesperada y tremenda. Pasarán varios años antes de que el suelo convertido en carbón vuelva a regalarle a la zona la belleza natural que la hizo famosa en el mundo. Igual, ya no será lo mismo.
fuente: www.clarin.com