San Juan.- Enrique Espejo tiene 43 años y desde hace casi 10 meses viene peleando contra todos los pronósticos para retomar la normalidad de su vida. Se salvó de milagro. Sufrió 6 accidentes cerebrovascualeres (ACV), un parocardiorrespiratorio, una operación en la tráquea y es diabético, pero nada de eso logró pararlo. Y, aunque en el contexto de la pandemia de coronavirus es considerado persona de riesgo, retomó su rol de bombero voluntario. Dijo que no puede vivir sin prestar ese servicio.
Todo lo que le pasó parece salido de una película. Es que en pocos días su vida dio un vuelco de 180 grados. En menos de una semana sufrió 6 ACV que lo obligaron a permanecer internado durante casi dos meses. «Cuando me da el último derrame fuerte en casa, que termino desmayado y con la cabeza partida porque me di contra la cocina, empecé a convulsionar y me dio un paro. Mi hermano me hizo RCP porque también es bombero y logró sacarme, pero cuando estuve internado lo dejaron pasar para que se despidiera porque le dijeron que no sabían si iba a pasar esa noche. Llegué al hospital con 600 de azúcar y por eso ahora soy insulinodependiente», contó entre lágrimas
Cuando estuvo internado además de recuperarse los ACV y del corazón, tuvieron que ponerle una prótesis en la tráquea. «Cuando me entubaron, por la urgencia, me rompieron algo de la tráquea y por eso me he operado dos veces. Pasé 14 días durmiendo sentado, y meses con una traqueotomía», dijo y comentó que aún no logra recuperarse del todo de esa cirugía. Cuando recibió el alta comenzó a pensar qué hacer y es ahí cuando decidió que tenía que retomar su trabajo en el cuartel de Bomberos Voluntarios de San Juan, en Chimbas. «Me costó mucho convencer a mis superiores, pero ellos me habían apoyado durante mis problemas de salud y me parecía que tenía que volver para darles una mano», agregó y comentó que fue así, que a principio de este año empezó a visitar el cuartel algunos días a la semana y ahora lo hace más seguido. Enrique comentó que como es paciente de riesgo trata de cuidarse mucho del coronavirus y que además hace trabajos que no le signifiquen un gran esfuerzo. «Hago tareas administrativas, atiendo el teléfono y acomodo las movilidades para que estén en condiciones. Mis compañeros me cuidan mucho y no me dejan hacer nada peligroso para mi salud, pero estar en el cuartel me devolvió la vida. Siento que debo seguir prestando mi servicio, aunque no vaya a incendios, para devolverle a la comunidad todo lo que hace por nosotros», explicó y agregó que además de su trabajo en el cuartel, ayuda a uno de sus hermanos en una verdulería para poder subsistir.
Fuente y foto: www.diariodecuyo.com.ar