La Paz.- El incendio de un edificio de la calle Incachaca, la madrugada del viernes 18 de agosto, puso en evidencia no solo el valor de los bomberos paceños, sino también las carencias que éstos deben enfrentar; hecho que no sorprende, pues justamente es en las crisis y emergencias cuando salen a la luz las fortalezas y debilidades de una institución.
En efecto, el siniestro que se registró hace dos semanas en un inmueble de cinco plantas utilizado como depósito de juguetes en inmediaciones del mercado Huyustus no solo reveló la ausencia de bocas de incendio exteriores y la mala actitud de algunos vecinos (en particular de las vendedoras de carne de cerdo, quienes instalaron sus puestos de venta a pesar de que con ellos interrumpían el paso de los carros cisterna, reacción que ya fue cuestionada en este mismo espacio), sino también la falta de equipos entre los bomberos que acudieron a sofocar ese siniestro. Por caso, seis efectivos tuvieron que ser evacuados a centros de salud, pues se intoxicaron por carecer de máscaras de gas.
Habida cuenta de que en este tipo de operativos la aspiración de gases tóxicos no es algo corriente, sino la norma, se esperaría que todos los bomberos cuenten con máscaras y otros equipos especiales que los resguarden del humo, del fuego y de lesiones auditivas. Sin embargo, la Unidad de Bomberos Departamental de La Paz cuenta únicamente con 22 equipos de protección personal completos (cascos, esclavinas, máscaras, chaquetones y cubrepantalones especiales, guantes, botas de seguridad y un equipo de respiración autónoma) para los más de 100 miembros que componen esa dependencia policial. Y este equipamiento ni siquiera es de última generación, en la mayoría de los casos se trata de donaciones “obsoletas” procedentes de Estados Unidos, ya que allí estos trajes se desechan cada cinco años, como manda la norma internacional, pero por estos lados los aprovechamos “hasta sacarle los impuestos”, como dice el argot popular.
En cuanto a los carros contraincendios, la ciudad de La Paz cuenta con cinco. Tres son nuevos y fueron entregados por la Gobernación en 2015, y los otros dos tienen más de 20 años de antigüedad. Sin embargo, solo uno cuenta con una escalera, que data de hace 50 años, y únicamente puede alcanzar edificios de hasta 10 pisos. De allí que si ocurre un siniestro en una planta de mayor altura, su resolución, o quema, dependerá si el edificio cuenta en cada piso con rociadores automáticos y bocas de incendio con mangueras. Y si esto pasa en la sede de gobierno, mejor ni preguntar qué ocurre en el resto de las ciudades del país.
No queda sino hacer votos desde éste y otros espacios para que se solucionen estas carencias cuanto antes, a fin de garantizar una mejor respuesta de parte de los bomberos, a tiempo de precautelar la vida y la salud de quienes se dedican a ejecutar tan encomiable labor.
fuente: ww.la-razon.com